<<"Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad,en vano vela la guardia">>
A) Si el Señor está con aquellos que edifican (acordémonos de la construcción del tabernáculo en el desierto, el templo de Salomón, la reconstrucción de Jerusalén... etc.) si esta obra o edificación es voluntad divina y es el mismo Señor Aquél que guía a los que hacen el diseño, los que ponen los fundamentos, e incluso Aquél que fortalece las manos de los albañiles que ponen los ladrillos... entonces y solo entonces esta obra prosperará y permanecerá. Dios tiene su voluntad en ello. Al fin y al cabo "la bendición del Señor es la que enriquece y no añade tristeza con ella" (Prov.10:22)
Si Dios no tiene su voluntad en ello y no se identifica con aquellos que edifican, la obra será una obra vana y estéril (ej. reconstrucción de Jericó) Esta obra será derribada pues Dios mismo la maldijo a través de su siervo y será derribada hasta la tierra (1ªReyes 16:34).
Si Dios no está con aquél que edifica, y si esta edificación no está en el proyecto del "Arquitecto" por excelencia... la casa caerá y será una gran ruina (Mt.7:24)
¿Está Dios en nuestro proyecto?
¿Está Dios en el proyecto de tu futuro matrimonio o no es algo lícito ni agradable delante de Dios? ¿Le buscaste a él en ello o dejaste a tu corazón escoger? ¿Prosperarás tú siendo que no es su voluntad?
¿Está Dios detrás del trabajo que vas a emprender? ¿Ya le consultaste a él?... Y ese negocio que tienes en mente ¿es del agrado del Dios que todo lo ve y pesa los corazones?
¡Cuántas veces habremos edificado en nuestras propias vidas "casas" que no vienen registradas en los planos de Dios! Cosas que al final han resultado vanas y sin provecho pues Dios no estaba en ello.
Cuando nos dispongamos a edificar busquemos la dirección y el consejo de Dios y su aprobación. Así evitaremos muchos desvelos y esfuerzos vanos, trabajo y tiempo perdido:
"Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar..." (vs.2a)
Sin embargo Dios bendecirá a aquellos que le temen, le buscan y le aman: son sus “amados”. Prosperará sus obras conforme a Su voluntad y les dará descanso y paz duradera:
"Pues que a su amado dará Dios el sueño." (vs.2b)
B) Estamos en las manos de Dios. Dios es aquél que nos guarda. Pero también Él es Dios soberano y todo lo que quiere lo hace conforme al designio de su voluntad. Mejor sería que entendiésemos y aceptásemos cuanto antes este hecho. Mejor que recibamos con agrado y reverencia esta realidad dándole la gloria al Rey de Reyes.
¿De qué servirá que me esfuerce y trabaje ansiosamente poniendo todo mi esfuerzo y empeño en evitar una incursión de mi enemigo si Dios ya, de antemano, le ha abierto las puertas y rendido la ciudad en sus manos? o ¿De qué me servirá sitiar la ciudad del justo con grande y numerosísimo ejército y todos los instrumentos de guerra para arrasarla si voy al fin y al cabo a pelear contra el mismo Dios, guardián y protector de la ciudad? ¿Podré conseguir algo por mucho que me afane? ¿Podré algo contra Dios? ¿Me irá bien acaso?
Si su favor cae como el rocío sobre mi tienda, entonces nada he de temer." (2ªSamuel 15:25-26)
Escuchemos las palabras de un rey:
"Pero dijo el rey a Sadoc: Vuelve el arca de Dios a la ciudad. Si yo hallare gracia ante los ojos de Jehová, él hará que vuelva, y me dejará verla y a su tabernáculo. Y si dijere: No me complazco en tí; aquí estoy, haga de mí lo que bien le pareciere." (2ªSamuel 15:25-26)
¿Es el Señor el que guarda mi casa o mi ciudad? Si el Señor vela sobre mi tienda entonces seguro estoy y no necesito cerraduras ni cerrojos, ni sistemas de seguridad ni blindaje.