martes, 2 de noviembre de 2010

<<"Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad,en vano vela la guardia">>


A) Si el Señor está con aquellos que edifican (acordémonos de la construcción del tabernáculo en el desierto, el templo de Salomón, la reconstrucción de Jerusalén... etc.) si esta obra o edificación es voluntad divina y es el mismo Señor Aquél que guía a los que hacen el diseño, los que ponen los fundamentos, e incluso Aquél que fortalece las manos de los albañiles que ponen los ladrillos... entonces y solo entonces esta obra prosperará y permanecerá. Dios tiene su voluntad en ello. Al fin y al cabo "la bendición del Señor es la que enriquece y no añade tristeza con ella" (Prov.10:22)
Si Dios no tiene su voluntad en ello y no se identifica con aquellos que edifican, la obra será una obra vana y estéril (ej. reconstrucción de Jericó) Esta obra será derribada pues Dios mismo la maldijo a través de su siervo y será derribada hasta la tierra (1ªReyes 16:34).
Si Dios no está con aquél que edifica, y si esta edificación no está en el proyecto del "Arquitecto" por excelencia... la casa caerá y será una gran ruina (Mt.7:24)

¿Está Dios en nuestro proyecto?

¿Está Dios en el proyecto de tu futuro matrimonio o no es algo lícito ni agradable delante de Dios? ¿Le buscaste a él en ello o dejaste a tu corazón escoger? ¿Prosperarás tú siendo que no es su voluntad?
¿Está Dios detrás del trabajo que vas a emprender? ¿Ya le consultaste a él?... Y ese negocio que tienes en mente ¿es del agrado del Dios que todo lo ve y pesa los corazones?
¡Cuántas veces habremos edificado en nuestras propias vidas "casas" que no vienen registradas en los planos de Dios! Cosas que al final han resultado vanas y sin provecho pues Dios no estaba en ello.
Cuando nos dispongamos a edificar busquemos la dirección y el consejo de Dios y su aprobación. Así evitaremos muchos desvelos y esfuerzos vanos, trabajo y tiempo perdido:
"Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar..." (vs.2a)
Sin embargo Dios bendecirá a aquellos que le temen, le buscan y le aman: son sus “amados”. Prosperará sus obras conforme a Su voluntad y les dará descanso y paz duradera:
"Pues que a su amado dará Dios el sueño." (vs.2b)

B) Estamos en las manos de Dios. Dios es aquél que nos guarda. Pero también Él es Dios soberano y todo lo que quiere lo hace conforme al designio de su voluntad. Mejor sería que entendiésemos y aceptásemos cuanto antes este hecho. Mejor que recibamos con agrado y reverencia esta realidad dándole la gloria al Rey de Reyes.
¿De qué servirá que me esfuerce y trabaje ansiosamente poniendo todo mi esfuerzo y empeño en evitar una incursión de mi enemigo si Dios ya, de antemano, le ha abierto las puertas y rendido la ciudad en sus manos? o ¿De qué me servirá sitiar la ciudad del justo con grande y numerosísimo ejército y todos los instrumentos de guerra para arrasarla si voy al fin y al cabo a pelear contra el mismo Dios, guardián y protector de la ciudad? ¿Podré conseguir algo por mucho que me afane? ¿Podré algo contra Dios? ¿Me irá bien acaso?
Escuchemos las palabras de un rey:
"Pero dijo el rey a Sadoc: Vuelve el arca de Dios a la ciudad. Si yo hallare gracia ante los ojos de Jehová, él hará que vuelva, y me dejará verla y a su tabernáculo. Y si dijere: No me complazco en tí; aquí estoy, haga de mí lo que bien le pareciere." (2ªSamuel 15:25-26)
¿Es el Señor el que guarda mi casa o mi ciudad? Si el Señor vela sobre mi tienda entonces seguro estoy y no necesito cerraduras ni cerrojos, ni sistemas de seguridad ni blindaje.
Si su favor cae como el rocío sobre mi tienda, entonces nada he de temer." (2ªSamuel 15:25-26)
¡De Dios viene la prosperidad! Amén.